Ocho Quilates. Una historia de la Edad de Oro del software español (I)


Como bien explica su autor, Jaume Esteve Gutiérrez, "Ocho Quilates" es una "crónica de una década brillante en la producción y desarrollo de videojuegos en nuestro país", un libro que, salto tras salto, nos transportará al principio de lo que muchos creemos fue la Edad de Oro del software español. Un paseo por buhardillas, garajes, oficinas mal iluminadas y un sin fin de anécdotas contadas, de primera mano, por aquellos que las vivieron.
He de confesar que cuando empecé a leer esta primera parte del viaje no esperaba mucho. Inicialmente lo vi como una maniobra más para sacar dinero del filón que muchos ven en la retro informática y, sin embargo, me he llevado un agradable chasco. "Ocho quilates..." es un libro que se lee de un tirón y es una mina tanto para los que se acercan, por primera vez, a la arqueología del software como para los que seguimos más o menos de cerca esta locura de la retro informática.
Si bien es cierto que aún queda una segunda parte, en este primer libro he podido llegar a descubrir cosas que desconocía y, maldita sea, también me ha creado nuevas dudas que ya creía resueltas. Absurdeces que solo a nosotros nos parecen importantes o relevantes como, por ejemplo, la autoría de cierta versión de un juego. También me ha dado la oportunidad de conocer detalles tan insignificantes como dónde tomaban un café los programadores de juegos que tan buenos ratos me hicieron pasar y, sobre todo, nos sorprenderá a unos y a otros el descubrir cómo es posible que un grupo de chavales, amigos del barrio, hermanos, conocidos, o en solitario, consiguieron tejer el principio de la industria del videojuego en España a base de ilusión, ganas, valentía y morro. Mucho morro.
Solo espero que la continuación del "Ocho Quilates..." no desmerezca a la primera parte y continúe contándonos cosas que no conocemos junto a corroboraciones de lo que ya sabemos y, algo que me temo no ocurrirá, haga un huequecito a todo lo que aún perdura en nuestro país, donde muchos seguimos manteniendo la llama viva, por amor al arte, escribiendo, creando nuevos juegos para viejas máquinas y no dejando que los sueños de esos chavales, amigos del barrio, hermanos, conocidos...  no mueran y sigan regenerándose una y otra vez. Ellos encendieron la llama.

Enlace relacionado: http://www.ochoquilates.com

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